Parece que fue ayer, pero el pasado noviembre se cumplieron tres años desde que fui por primera vez al gimnasio.
Es algo que la gente de mi entorno siempre me había recomendado (especialmente dado mi extremo sobrepeso de la época), pero que siempre había despreciado por una mezcla de ignorancia, prejuicios y mucha vergüenza. Afortunadamente conseguí superarlos, decidí apuntarme y tengo que reconocer que es una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida.
Hacer ejercicio de forma regular me ha ayudado en todos los aspectos, algunos tan obvios como el físico y otros no tanto como la autoestima, el estado de ánimo o la disciplina. Son precisamente estos últimos los que más he terminado valorando y que me han motivado a escribir esta entrada.
Si eres una persona más o menos sedentaria, a la que no le gusta el deporte, pero que en el fondo sabe que necesita hacer más ejercicio y piensas que el gimnasio no es para ti, solo puedo decirte que hace ahora tres años yo estaba en esa misma situación y no podía estar más equivocado.
Así que, con la esperanza de darte ese empujoncito que te falta, o si ya has dado el paso pero aún estás empezando, he preparado esta lista de diez cosas que me hubiera gustado saber cuando yo estaba en tus pies:
A nadie le importas: ¡Nooo, no me refiero en ese sentido! Lo que quiero decir es que, una vez dentro del gimnasio todo el mundo va a su aire y realmente nadie se fija en ti o en lo que estás haciendo.
Pregunta: Si es tu primer día y no tienes una tabla de ejercicios, acércate a un monitor y pídesela. Si luego te surge alguna duda, no dudes en pedirle explique un ejercicio o revise tu forma. Es su trabajo y estarán encantados de ayudarte.
Calienta antes: Especialmente si eres una persona sedentaria, calentar es crucial para evitar posibles lesiones. Entre cinco ó diez minutos de elíptica o cinta es suficiente.
Estira después: Hasta hace relativamente poco, en el momento en que terminaba mi último ejercicio, me iba a directo a la ducha. Lógicamente, cuando no estaba con una contractura, tenía unas agujetas terribles. Afortunadamente, es algo que ya he corregido y no hay día que no dedique diez minutos a estirar después de un entreno. Personalmente sigo una tabla que cubre todos los grupos musculares más importantes, aunque cada día hago especial hincapié en los músculos que he trabajado.
Desde que estiro regularmente, no solo han disminuido mis lesiones y agujetas, sino que mi flexibilidad general ha aumentado.
Pierde el miedo a las pesas: Existe la falsa creencia de que, para perder peso y ponerse en forma solo es necesario hacer dieta y “cardio” (ejercicio en periodos largos a baja intensidad). Esto es un mito. De hecho, si hiciéramos una lista de las mejores maneras de ponerse en forma, el cardio estaría en las últimas posiciones. Ojo, no digo que el cardio sea malo (todo lo contrario), sino que para ese objetivo concreto, no solo es ineficiente, si no que puede ser hasta contraproducente (en forma de pérdida general de masa muscular y disminución del metabolismo basal o como coloquialmente se conoce como “cuerpo escombro”).
Ya sea mediante CrossFit, Calistenia o levantamiento de peso, el entrenamiento de fuerza es crucial si quieres tener un cuerpo tonificado, saludable y bonito.
Olvida tu ego: Todos lo hemos hecho: vas a hacer un ejercicio y observas que la persona de al lado también lo está haciendo pero con mucho más peso, así que en lugar del peso habitual cargas un poco más, para que vea lo fuerte que eres; al final, haces el ejercicio con una forma terrible (eso si consigues terminarlo) y la persona de al lado ni siquiera se ha fijado (ver punto número uno).
Lo que no sabes es que esa persona lleva diez años yendo al gimnasio y además está entrenando para fuerza (pocas repeticiones, mucho peso), cuando tú acabas de empezar y estás entrenando para volumen (muchas repeticiones, poco peso).
Cada persona que va al gimnasio tiene unas circunstancias (edad, historia, condición física…) diferentes, así que compararse no sirve de nada.
Apechuga: El ejercicio que más detestas es probablemente el que más necesitas hacer. Por muy mal que se te de, nunca te lo saltes, apechuga, se constante y pronto se te dará bien; te doy mi palabra.
Descansa: Suena paradójico, pero el músculo no se crea mientras estamos en el gimnasio, si no en la cama, mientras dormimos; por tanto, por mucho que lo des todo en cada entreno, si no dejas a tu cuerpo recuperarse después, es un esfuerzo que estás tirando a la basura. Se suele recomendar entre seis u ocho horas de sueño al día, pero lo que realmente necesites depende de factores como la edad o el estilo de vida. La clave es despertarse energizado al día siguiente.
Dosifícate: Es normal “venirse arriba” (especialmente al principio) y querer hacer una hora de pesas y tres clases seguidas siete días a la semana, pero este nivel de intensidad es imposible de mantener a medio y largo plazo y suele desembocar en lesiones por extenuación o abandono total, en caso de principiantes. Mi consejo es empezar ligero y una vez hayas establecido una rutina, subir la intensidad hasta el máximo que te permita seguir siendo constante. En mi caso, empecé yendo tres días a la semana, llegué a subir hasta cinco, pero al final me asenté en cuatro.
Disciplínate: No te ocurrirá al principio, pero habrá días en que no te apetezca una pizca ir al gym. Este momento es crucial y es el motivo por el que la mayoría termina abandonando.
Existe la falsa creencia de que para ir al gimnasio hay que estar motivado y es exactamente al contrario. Si ha llegado el momento de ir, hazlo y punto. Así de sencillo. Cuando hayas terminado te sentirás tan bien que no te acordarás ni de por qué no te apetecía ir y con el tiempo cada vez te costará menos.
Bueno, espero que estos consejos te sean de ayuda. Ahora, es tu turno. Acude hoy mismo al gimnasio que más te convenga y apúntate. No lo dejes para otro día. No hay excusas. #JUSTDOIT.
Foto por George Pagan III en Unsplash.